Los perdió, sin duda alguna.

 La esperanza murió esperando el renacer. No fue como estaba planeado, pues en cuestión de instantes desaparecieron dejándole con poco de lo mucho que alguna vez tubo. Antes de que pudiera hacer algo para atraerlos mas a su propia cueva de belleza se marcharon sin mirar atrás alejando al remordimiento de sus mentes. Y es que criticaban, era envidia y no entendían que lo bueno bueno se queda, aun que tan lamentable como preciso en este caso lo malo con lo bello se confundía. La gracia del crear no valía y las sonrisas se ocultaban tratando de hacer una muralla fortalecida ante todo el que pudiera ser mas. Era un desperdicio por ambas partes, y hasta que los dos cuerpos de la batalla sintieran humildad ante los caminos y acontecimientos del otro, las cosas así se quedaría y nadie podría ver lo que alguna vez pudo ser.

Los quiero, chicos...