Hay que saber distinguir, alentar a nuestros sentidos a siempre estar
despiertos, a la caza de la realidad, pues solo discerniendo entre las
ilusiones y las experiencias se puede elegir el mejor camino a seguir.
Hay dos tipos de personas, las que hablan por pura vocación y las que
hablan por deber. Las primeras son aquellas a las que le gustan las
palabras, las que se sienten a gusto compartiendo pedacitos de su vida
con los demás. Platican por que les es un placer platicar. Los libera.
Mientras que los otros, que son mucho menos que el resto hablan por
necesidad. Saben que si ellos deciden lo que contar, entonces nadie las
manipulara con la información. Hablar los hace débiles. Los coloca en un
nivel inferior que al otro. Ellos si hablan es por que así pueden
manejar la información y saber donde parar. Si no hablan las preguntas
se volverán en su contra, lo saben. Mejor saber que decir y como
decirlo. O distinguirlos y estar preparados para las secuelas que ese
mismo motivo que los hizo ser así ha dejado a su paso.