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23 jun 2012

Lo que las artes del existir se callan...

La gente no lo sabe, pero la naturaleza podría describir tanto tu grandeza como tus desalientos y enumerarlos en una lista interminable en donde el único juzgador es el alma que habita en tu ser.
La miradas bien entrenadas, aun que sean el reflejo del alma, pueden aparentar belleza y enojo, desasosiego o triunfo, pues lo que ven lo pueden copiar como si de un acto sin concecuencias se tratase. Hay personas que pueden ver incluso a través de esas corazas que hoy en día tanto se usan, pero, y las que no pueden? Mas sin embargo quien mejor que el fuego en tus pupilas para determinar las emociones ya vividas?
Cuantas lágrimas han sido derramadas en la oscuridad, infinitas, incontables, pero he aquí el mismisimo dios de las apariencias, en donde todo es tan oscuro que nada puede brillar. Solo el lleva la cuenta de esas gotitas sin nombre pero llenas de pena que contienen las desilusión de la vida misma.
Incontables rezos por el perdón o por ansias de placer han salido de tu boca para ser llevados por la brisa del anochecer a un vació luminoso en donde al parecer las grandes perdidas encuentran lugar y las maniobras por sobrevivir se pierden en la infinidad.
Cuantos suspiros ya con nombres definidos han caído en la inconsciencia del silencio, del señor que todo lo mantiene en secreto. Suspiros en cada esquina de tu vida son soltados como dulces y sigilosas palomas al amanecer volando entre las nubes para así entre el azul eterno desaparecer.
Y sin contar que el viento, mas viejo que la razón, es el único que ha notado tus respiraciones agitadas, tus alientos incontables, lo denso que se vuelve la nebulosa blanca al exigir un poco de piedad mientras que el frió te invade hasta la ultima capa de cordura.


De eso y de mucho mas se han ido enterando las artes del existir sin nosotros ni siquiera notarlo. Que bueno que no hablan, que no sienten ni juzgan, sino, con la misma fuerza con la que defienden nuestros mas intimos secretos nos entregarían a las penas, estaríamos en un gran mundo lleno de detalles negros, sin cordura ni aliento para vivir.

7 jun 2012

Era un innombrable...

 Los cuervos graznaban en silencio tristes relatos del ayer mientras que el cielo desde su imponente altura contemplaba las raíces de los arboles mas viejos que el nacimiento del innombrable crecer. Las décadas pasaban, la vida no cambiaba y las almas gritaban. El cambio nunca llegaba, desde el día en que nació, el tiempo se congelo, la luz del sol nunca ilumino el jardín de los impropios y la brisa de verano se desapareció junto con el agua del lago. Todo era gris, los colores se escabullían , los momentos se aferraban a la existencia sin fin mientras que los instantes se castigaban por ser fugaces. La tranquilidad era inmortal y los decretos jugaban a esconderse en el laberinto sin salida. 
 Un alma negra y sin nombre había nacido. 
Poniendo fin a su estirpe.
Fin a la humanidad de la casa sin amor.
Un castigo Fue lo que les toco, a toda esa gente sin corazón. Pues donde los prejuicios reinaban y la envidia oscilaba, ningún perdón de la vida se ganaban. Malos tratos, secretos prohibidos y susurros al vació era lo que abundaba, y ni una gota de pureza se encontraba. Llego el momento en el que el castigo llego. La mujer se había vendido a un dios sin honor, y así en un santiamén la destrucción llego, acompañando a ese niño, malvada creación. Y ahora las penas esperan encontrar un rincón en donde poder ejercer su eterna maldición. Las vidas no se compran ni los amores se intercambian. Y quien goza del pecado sin conciencia vivirá, y poco a poco con el tiempo su alma perderá. Un hogar destruido, una historia sin ilusión, almas ilusas que perdieron el perdón. El niño innombrable con el mal creció, y es que así se crean los errores, por ignorancia y envidia. 
Una innombrable maldición.