Como ustedes saben, este es el primer concurso que organizo, y les puedo decir que estoy muy contenta con el. Ha salido como me lo imagine! Recibí bastantes correos con creaciones preciosas, y les agradezco a todos los que se tomaron unos minutos para enviármelos, pero como saben, solo hay un ganador. Y tras mi opinión, y una encuesta entre ustedes, la bien merecida ganadora ha sido Silvia Gutiérrez!
Una estación de metro cualquiera
Una estación de metro cualquiera. Mientras escucha cualquier canción, que posiblemente haga alusión al amor, ella se sube al vagón. Apoyada en el cristal intenta mantener el equilibrio e inconscientemente, siente como su corazón se rompe. Lo hace él sólo, sin un motivo, sin una emoción evocadora, sin una pasión que llene sus días ni un sujeto que le haga sentir que aún sigue viva. Allí, bajo el corazón de la gran ciudad, rodeada de extraños, ella siente que está vacía. Intentando entender por qué en aquel justo instante todo se le dio la vuelta, lo único que puede sentir es ansiedad. Una ansiedad extraña movida por el hecho de comprender que en su veintena, todos los que le rodean excepto ella, en mayor o menor medida, conocen la palabra de cuatro letras prohibida: amor. No es cuestión de darle vueltas a la trillada idea del romanticismo de pantalla de cine, no es eso a lo que aspira.
Mientras abre la puerta del portal, siente que un nudo absurdo le llena la garganta. Será que la soledad le duele. Y empieza a extrañar a alguien que nunca existió. Porque no hubo hombre en la tierra que le demostrara que ella merecía ser amada y adorada, ni durante su rutina lectiva, ni en el paréntesis que se abría cada agosto. No sabe por qué ese momento, por qué ese día, si era otro martes cobarde como los demás. La cuestión es que allí está ella, sentada en su cama, quitándose los zapatos y preguntándose, a sabiendas de que sólo crecería en ella su desasosiego, si el resto de su vida seguiría condenada a sentirse un bicho raro, destinada a morir rodeada de veinte gatos sola, en un piso de techos altos de algún barrio de Madrid. Cada vez le duele más pensar que los días pasan y nada le mueve. No había nada por lo que elegir nerviosa la ropa que ponerse cada día, nada qué le impulsara a coger el teléfono y marcar un número con una sonrisa en la cara esperando la voz al otro lado.
Pero más que el futuro incierto, empieza a creer que la verdadera razón de su crisis momentánea es el pasado. Mira atrás, recordando los retazos de su corta vida y no recuerda ningún amor pasional, ninguna relación que le hubiera hecho sentirse correspondida. La verdad es que es bastante triste. Más que triste, es penoso. Sí, esa es la palabra correcta. En todos esos años en los que se supone que las personas comienzan a tener sus primeros amores y desamores, sus primeras quimeras, sus primeros te quiero, ella no tenía nada. Puede que algunas muescas en su cama, sí, pero no pasaban de ser noches borrosas de alcohol con chicos desconocidos, algunos de los que nunca supo su nombre. El sólo recuerdo de aquello sólo consigue abrir un poco más el agujero negro que sentía en aquel momento en su corazón. Retumban en su cabeza con fuerza los ecos de dos relaciones que nunca llegaron a tener principio, pero, paradójicamente, sí final. Eran dos chicos, en dos momentos diferentes de su vida que le habían hecho creer que aún había esperanza para ella. Nunca la quisieron. Aunque ella intentaba recordarlos como sus particulares historias de amor, sabía en lo más profundo que nunca la quisieron más que como un refuerzo de su propio ego masculino. Dos besos, uno cada uno. Eso es lo único que obtuvo de cada una de las grandes historias de amor de su pasado. Ni siquiera se había escrito una canción para describirlo. Dos besos y una sensación de pérdida del amor propio. Sale a la ventana y piensa si es posible que en una ciudad tan grande, llena de millones de corazones, nadie repare ella, nadie piense en ella, nadie desee verla y estar con ella. El frío se apodera de su corazón mientras piensa en los caminos que le llevaron hasta donde ahora se halla. Sólo piensa en todo lo que se perdió, en todo lo que nunca dió, en todos los que nunca la eligieron. Cómo hacerte entender cuando sientes que todos los que te rodean han sentido o sienten esa chispa. Cómo expresar lo que ni tú entiendes. Piensa en todo eso mientras se enciende un cigarrillo y se repite a sí misma que no nació para sentirse amada por un hombre. Dicen que la aceptación es el primer paso en la resolución de un problema.
Silvia Gutiérrez
La primera vez que supe sobre esta chica fue en un comentario, en donde me escribió -de una manera tan dulce- que me seguía y comentaba por que mi blog realmente le gustaba. Desde ese día, yo, sintiéndome feliz por un alago verdadero hacia mi blog -de esos que poco se encuentran-, empecé a leerla, y de repente le encontré un interesante valor a todas sus palabras. A sus entradas. En mi opinión, escribe de un modo bastante directo y realista haciendo la vida mas palpable. Construye frases sinceras pero muchas veces profundas que te pueden llevar a un mar de pensamientos distintos pero importantes a la hora de tomar en cuenta.
Así que no se equivoca en su principal frase "Nada mas y nada menos que una ventana abierta en mi mente. Egocéntrico y pretencioso" aun que yo le agregaría un detallito mas *un blog personal, pero lleno de pequeños secretos que poco a poco describen la vida día a día*.
Así que no se equivoca en su principal frase "Nada mas y nada menos que una ventana abierta en mi mente. Egocéntrico y pretencioso" aun que yo le agregaría un detallito mas *un blog personal, pero lleno de pequeños secretos que poco a poco describen la vida día a día*.
Felicidades Sils, nunca cambies.
MUCHÍSIMAS GRACIAS, de verdad, millones de gracias. No sé qué decir ante las palabras que me dedicas. No te puedes hacer una idea de la ilusión que me hace este premio, y confieso que cuando te mandé el texto lo hice sin pretensión alguna, sólo quería sacarlo del baúl. Y no te imaginas lo mucho que me ha emocionado lo que dices de mi blog porque, aunque es verdad que a todos nos gusta que nos lean, uno escribe por el simple ejercicio terapéutico de vaciar la mente. Así que cuando alguien dice que le gusta lo que escribes, es no sé, se te dibuja una sonrisa en la cara. GRACIAS una vez más.
ResponderBorrarUn beso.