Congelando lo bello...

Miraba a las estrellas que coloreaban al cielo azul como puntitos de oro. Con la mano acariciaba las largas tiritas lavanda regadas por toda la tierra que curiosamente la rodeaban. El viento era el jefe de la música, soplando a todo pulmón haciéndole cariñitos en todo su cabello negro. Ella lo miro, la chica hermosa de ojos grises exploro la magia que todo su cuerpo desprendía concentrándose en las mirada. Que bellas pupilas color luna, pensó en el mismo instante en que esa misma belleza lo desarmaba con tan solo una media sonrisa. Era tan bonita, tan frágil, tan... sutil que la vida parecía absurda y fascinante cometiendo caprichos como tales. Ella levanto su delicada mano en su dirección, invitándolo a todo lo que su ser podría desear. Y allí fue cuando se dio cuenta que era una sombra,  un suspiro del espacio. Un inigualable reflejo de la estrella que desde pequeña admiro. Era un eco de lo brillante que una vez fue. Ahora esa mirada, esos labios formando una sonrisa y ese cuerpo celestial no eran mas que una parte de lo eterno que nunca se va. Por que ese era su alma. Ese pequeño espacio lleno de naturaleza, estrellas y lunas llenas era su mente. Y ella, allí presente era su ser. Y siempre, estuviera en donde estuviera, la tendría presente. En su prado personal en donde podía congelar todo lo bello que ofrecía la vida.