La frialdad del viento

Estando en un lugar en donde el frió toma el peso del tiempo y con su toque te envejece, te quita la vida, el sentimiento de la alegría. Un viento tan frió y tan inmenso que te roba memoría, que te congela y que al mismo tiempo te quema. Es tan real como palpable, pues con un solo rose te derrite en vida, te convierte en una estatua que hasta los huesos te achicharra. Es una humedad tan profunda que poco a poco te vas encorvando y perdiendo el equilibrio, pues con un tiempo así tu ya no eres tu líder y tu propio copilotó, sino un simple turista sin dirección perdido en la inmensidad de la frialdad. Es un viento sin igual que hace renacer lo mas inhumano de lo humano. Te transforma y te minimiza. Te desalma y te envenena. Pero todo tiene un fin e incluso el gran Señor del Frió es finito.


De repente llegan los rayos de sol, y florece la vida y la sensibilidad, las ganas de pretender llegar a ser. Renace la luz y comparte su pasión por lo bello...

Y todo se vuelve un conjunto, el conjunto de la vida.